Postulado # 1 - No sobreviviremos.
- Myr Bedoya
- Jan 3
- 4 min read
Los problemas más complejos de la humanidad son causados por el hombre. Se denomina “el hombre” de manera genérica, a toda la población de seres humanos del planeta Tierra, lo cual es controversial para muchos de los seres incluidos en el grupo. Pero ese es tema de otra conversación.
Estos problemas complejos que afectan a la humanidad, y se extienden más allá de esta, pueden - no exhaustivamente- pensarse en términos de grandes categorías, sumiéndose solamente en el momento presente de nuestra especie. Algunas de ellas:
Crisis ambiental y cambio climático
Calentamiento global, pérdida de la biodiversidad, deforestación, gestión de los recursos naturales, contaminación
Desigualdad y pobreza
Desigualdad económica, pobreza extrema, desigualdad de género, desigualdad en el acceso a la salud y a la educación
Crisis de gobiernos y conflictos políticos
Corrupción, conflictos armados, migraciones forzadas, polarización social y autoritarismo cíclico
Salud
Infecciones por mala higiene sanitaria, o como efecto de procesos biológicos derivados de la industrialización, resistencia a los antibióticos, falta de recursos sanitarios, incremento de situaciones sociales que impactan en la salud mental de las poblaciones
Gestión irresponsable/insensible de la tecnología
Brecha digital, ética en la aplicación de la inteligencia artificial, desarrollo de tecnología armamentista autónoma, dependencia creciente de la tecnología
Crisis ética y pérdida de valores
Insostenibilidad del estilo consumista y sus medios de supervivencia, desconexión y desconocimiento de la naturaleza, polarización social y global, manipulación estatal de la información
Inseguridad alimentaria y crisis del agua
Hambre, escasez de agua potable, desperdicio de alimentos
Problemas de coexistencia planetaria
Extinción cultural, relaciones inter-especies, colonización del espacio
Falta de cooperación global
Multilateralismo debilitado, intereses nacionales, regionales y globales
Problemas existenciales
Riesgos catastróficos globales, crisis del sentido de la vida.
Cualquiera sabe que, aún ante las más claras evidencias de todos estos problemas, hay una gran cantidad de la parte de la población cuya voz es escuchada, que niega que estos eventos, no solo sean reales, sino que sean causados por el hombre. Como en toda polémica, hay tintes entre los negacionistas absolutos y los moderados. Esta situación es cuanto menos, alarmante.
Se escuchan y leen teorías sobre cómo la historia de la humanidad ha pasado por múltiples eventos de extinción masiva, y cómo estos precedentes explican que no es viable ni la predicción sobre el agotamiento de recursos del planeta, ni la desaparición del ser humano como especie.
Esta es una interpretación miope de los hechos de la historia. Han existido eventos de extinción causados por seres vivos. Tomemos como ejemplo los cambios impulsados por cianobacterias o metanogénicos. Estos ocurrieron en una escala de tiempo geológico, es decir, llevaron millones de años. Esta lentitud, favoreció la adaptación de algunos seres, permitiendo la subsistencia biológica. Si consideramos como el ser humano a través de sus actividades, hoy pensadas imprescindibles para sostener las condiciones de su existencia, afecta a la atmósfera - calentamiento de la temperatura global -, los océanos -acidificación y anoxia -, los ecosistemas terrestres - deforestación-, y la biodiversidad - extinción masiva de especies-, podemos concluir que la escala de tiempo no es comparable: en menos de 200 años, el hombre ha logrado cambiar significativamente la química del planeta, algo que les llevó a las cianobacterias cientos de millones de años. Esta velocidad hace inviable la adaptación de los seres a las nuevas condiciones.
Otra perspectiva con la que podemos explicar la inconsistencia de los argumentos negacionistas, es la del factor intencional. Los factores desencadenantes de los eventos de extinción de la prehistoria de nuestro planeta, tienen relación con cambios metabólicos , como el impacto de las cianobacterias, o ecológicos, como la proliferación de depredadores del período cámbrico, que se desarrollaron de manera no coordinada ni sistemática. Esto es diferente con las actividades humanas, que son coordinadas e intencionales: quema de combustibles fósiles, deforestación, contaminación. Son efectos que, presumiblemente no han sido intencionales en sus orígenes, pero que distan de ser ingenuos en la actualidad. Es una verdad indiscutible en virtud de la evidencia, que la extracción y el uso masivo y no controlado de recursos naturales supera cualquier capacidad autónoma del planeta para poder regenerarlos.
Otro ejemplo es el uso intencional de sustancias y herramientas creadas por el ser humano, que amplifica el impacto de sus acciones,de maneras que solo pueden ser atribuidas a la especie y sus propósitos, como el uso de la tecnología armamentista, los químicos pesticidas y la inteligencia artificial desregulada.
Hay una perspectiva que, de alguna manera podría contemplarse, pero con poco espacio para la esperanza. Es aquella que demuestra que, a eventos de colapso de grupos específicos, le siguieron otros de adaptación y resurgimiento. En la Gran Oxidación, las especies anaerobias fueron las más afectadas, pero en contraposición, nuevas formas de vida aerobias prosperaron. Una situación similar se dio en el período Pérmico-Triásico, en el que el colapso de las cadenas tróficas eliminó grupos vivos enteros pero permitió la diversificación de especies posteriores.
Entonces, es cierto que, aunque llevó millones de años, fue posible el surgimiento de la vida luego de eventos de extinción. Sin embargo, esto no necesariamente implica una posibilidad para la humanidad. Las actividades del ser humano, tienden a eliminar especies grandes, de larga vida y baja tasa reproductiva, como mamíferos, aves y anfibios, y favorece a especies oportunistas y mutables, como ratas, insectos y microorganismos. Además, la destrucción acelerada de hábitats y la contaminación ambiental no permiten la factibilidad de una regeneración natural a corto plazo. Esta alteración simultánea de múltiples sistemas de soporte vital (agua, aire, suelo), pone en peligro incluso a los seres humanos, y esto es único en la historia.
Todo esto me lleva a concluir que no sobreviviremos. No por los efectos devastadores que fueron mencionados, sino porque hay algo inherente a nuestra especie en el estado de evolución actual, que nos retiene en una pasividad abrumadora. Los procesos naturales acontecidos en las eras primigenias, no poseían agentes conscientes con capacidades tecnológicas que pudieran mitigar las consecuencias de los procesos en sí. El ser humano sí posee la capacidad teórica de interpretar, intervenir, detener o mitigar el impacto de los hechos ecológicos, sociológicos y biológicos mediante cambios en su comportamiento y aplicación de la tecnología. Pero, al día de hoy aún, las acciones están condicionadas política e ideológicamente, sujetas a las posibilidades limitadas de poblaciones enteras, dirigidas por pocas voces a las que se sujetan. En gran parte, cada uno de los problemas complejos mencionados al inicio de esta sección, contribuyen a esta imposibilidad de ser sujetos conscientes, activos y participantes de un evento masivo de recuperación de los factores habilitantes de la vida en el planeta.
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